sábado, 30 de junio de 2012

Ruidos, olores y colores

Jueves 1 de diciembre: descubriendo Yaundé
Con mucha más luz de lo habitual en nuestra habitación camerunesa, nos despertamos a las pocas horas, ansiosos por descubrir este nuevo mundo que nos espera. Carlos y Vanessa ya están en pie, pues llevan el horario camerunés. A pesar de lo mucho que hace Skype por los trotamundos, hace casi un año que no los vemos, pero están igual de guapos y de felices que la última vez.

Les lions, heureux et indomtpables

Lo primero que nos sorprende es el bullicio que llega de la calle, principalmente por el ruido de los taxis, un continuo pii-pii, ya que la forma que tiene un taxista de preguntarte a dónde vas es pitando una vez y de aceptar llevarte es tocando el claxon dos veces, por lo que por cada persona que se monta en un taxi hay, al menos, tres pitidos… y no hay que olvidar que en un taxi de tamaño normal pueden entrar hasta ¡5 pasajeros!
Mamá camerunesa cogiendo un taxi

Cuando nos disponemos a equiparnos para nuestra primera salida a la calle nos llevamos la sorpresa de que en esas mochilas que considerábamos con lo indispensable, falta un elemento tan importante como ¡la ropa interior! Pero nada puede desanimarnos, así que tiramos de lo que llevamos puesto y aceptamos gustosamente algún complemento de los anfitriones. La histeria de Jaime nos hace rociarnos de antimosquitos, aunque parece ser que en la capital hasta el anochecer no hay problemas con ellos.

Jaime, cada vez más relajado
El primer punto en nuestra apretada agenda es legalizar la fotocopia de nuestros pasaportes, así que vamos a una comisaría, donde una alegre policía, a la que le gusta Julio Iglesias, nos pone los sellos correspondientes.
Poco después, probamos lo que es montar en un taxi camerunés. Nuestro destino: la Briqueterie: un barrio musulmán muy comercial, todas sus calles están atestadas de tiendas y de puestos. Hay telas, modistas, frutas, lavadoras, piezas de motos (por supuesto, todas chinas), equipos de música y altavoces (les gusta mucho el ruido)… Puedes encontrar de todo, de hecho, si no lo tienen en las tiendas siempre habrá alguien que lleve en la cabeza lo que necesitas. Hemos visto cómo llevaban fruta y todo tipo de comida y bebida, zapatos, telas, barreños e incluso alguno vende mandos de TV, también móviles o balones hinchables.

Esta forma de transportar la mercancía nos llama mucho la atención
Los dos hermanos tan campantes por la Briq
Conforme avanza la mañana nos acostumbramos al olor de Yaundé. En esta zona especialmente huele bastante mal, y es que en toda la ciudad no hay red de alcantarillado, simplemente zanjas en los laterales de las calzadas donde acaba todo.
Decidiendo, a la sombra, dónde ir a comer

Después nos vamos a comer, ¡uff! nervios, ya que es nuestra primera experiencia con la comida y le pedimos a Carlos que no sea nada de la calle o algo raro. Así que nos llevan a “Le Village” donde comemos unos filets (una especie de espeto de filetes) con algo parecido a la mandioca, plantain (plátano macho) frito y la, hasta ahora desconocida para nosotros pero que nos acompañará durante todo el viaje como el Relec, salsa de piment (se pronuncia pimán). Comprobamos in situ lo que habíamos visto en el blog, las cervezas son enormes (0,6 cc) y no suelen estar muy frías, a instancias de nuestros anfitriones probamos Beufort Ligth, Castel y Muztig.

Disfrutando de nuestra primera comida camerunesa y viendo ganar al Atleti
Pongámonos en situación, los cuatro comiendo una carne sabrosísima, bebiéndonos a unos 30ºC de temperatura unas cervezas de más de medio litro y no especialmente frías, emocionados con todo lo que nos rodea allí en medio de África y de repente caemos en la cuenta de que en la televisión están retransmitiendo un partido de fútbol: el Celtic vs Atlético de la Europa League, con victoria a domicilio de los rojiblancos.

Un amigo nos da la bienvenida a la avenida Kennedy
Para bajar la comida, continuamos conociendo la ciudad. Ahora toca un paseo por la avenida Kennedy, en el centro de la city, donde compramos unas telas camerunesas (actualmente, nuestras fundas de sofá). El ambiente de esta zona es impresionante, todo está lleno de gente, en las puertas de las tiendas hay equipos de música tratando de atraer a posibles compradores, el bullicio nos absorbe…

Paseo más tranquilo por el bulevar 20 de mayo

A continuación nos toca hacer una visita al cajero sito en el hotel más lujoso de Yaundé, el Hilton. Así como estamos, sudados y llenos de polvo, nos sentimos un poco fuera de lugar, pero nuestros anfitriones nos tienen preparada una sorpresa estupenda, así que nos montamos en uno de los pocos ascensores de Yaundé, dispuestos a encontrarnos cualquier cosa... Y merece la pena, pues desde la terraza del hotel se tiene una panorámica de gran parte de la ciudad y, en especial, de la zona de los ministerios. Durante un buen rato nos entretenemos intentando asimilar el caos circulatorio de esta ciudad. Además está atardeciendo y el color del ocaso africano impresiona.
A vista de pájaro
Por la noche vamos a tomar unas cervezas con Miguel, un malagueño que es lector de castellano en la universidad y que será compañero de viaje durante toda nuestra estancia en Camerún. Vamos a un par de bares que llaman la atención por el volumen de la música. Allí coincidimos con otros españoles, pero no intimamos mucho porque el ruido no nos deja ni hablar. Nos tomamos una cerveza y a casa que el día ha sido muy duro.

domingo, 24 de junio de 2012

Otros puntos de vista

La próximas entradas serán la visión de nuestros últimos visitantes en Yaundé, Raquel y Jaime, en su viaje relámpago por Camerún. Una semana y media de viajes, contrastes, risas y nuevas experiencias. Nosotros nos hemos camerunizado demasiado y ya no nos sorprende casi nada, pero a ellos les llama la atención todo y nos lo van a contar con mucha gracia.

Aventureros, montañeros y ahora también blogueros
Miércoles 30 de noviembre: primeras impresiones
Nuestro vuelo de Royal Air Maroc Madrid-Casablanca sale con 45 minutos de retraso y la preocupación comienza a apoderarse de nosotros ya que tenemos menos de una hora en la conexión en Casablanca y no pinta bien...
Nada más aterrizar, por megafonía la azafata anuncia la conexión con otros vuelos, pero gracias a nuestro nulo conocimiento del francés, no nos enteramos de absolutamente nada. Una vez fuera del avión, salimos corriendo por la terminal preguntando por doquier “¿Yaundé?”. En todas las pantallas y por megafonía sólo anuncian Duala y Malabo, lo que no nos ayuda en absoluto porque no sabemos que compartimos vuelo… Por fin, después de unas buenas carreras por la terminal, llegamos a la puerta de embarque de nuestro vuelo a Yaundé (con escala en Duala), pero… ¿y a nuestras tres maletas les habrá dado tiempo a embarcar?

embarcando in extremis

A eso de las 4 de la mañana, llegamos al aeropuerto de Yaundé y en segundos notamos el cambio radical de clima. Jaime comienza su nueva rutina, rociarse de Relec como si no hubiera mañana... Como trágicamente imaginábamos nuestras maletas no salen. Así que vamos a buscar a Carlos para que nos ayude a reclamarlas, pero aquí todo va a su ritmo y nos toca esperar casi otra hora para que nos atiendan. Después de hacer todo el papeleo, salimos del aeropuerto seguros de que en las dos mochilas de mano traemos casi todo lo importante para subsistir (¿será eso cierto?). 

amanecer volviendo del aeropuerto

Nos montamos en el taxi de confianza y, ahora sí que sí, comienza nuestra andadura por tierras camerunesas. Todavía es de noche cuando comenzamos nuestro viaje camino a Yaundé. Carlos, entre comentario y comentario con el taxista, nos hace de guía. Los primeros contrastes del viaje nos bombardean: son cerca de las 5 de la mañana y hay mucha gente andando por los arcenes de la carretera. Por fin llegamos al mítico Rondpoint Nlongkak, a escasos metros de la casa de Carlos y Vanessa.

Tras llamar insistentemente al guardia de noche de la finca llegamos a casa donde conocemos a la pequeña Lili, a la que le encantan nuestras mochilas y le asusta el olor de España. Después del agotador viaje, no tenemos ganas de nada más que coger la cama para descansar un rato, nuestros anfitriones nos han dejado su habitación, con su baño en suite y su cama con dosel-mosquitera. Raquel está encantada por el romanticismo implítico y Jaime espera que sea efectiva contra el anófeles.
a Lili no le hace gracia que ocupemos su cama

lunes, 4 de junio de 2012

20 de mayo: Fiesta Nacional Camerunesa

El pasado martes 29 de mayo acudimos al hotel Meliá Castilla a la celebración de la Fiesta Nacional de Camerún, invitados por su embajada en Madrid y gracias, principalmente a Hortense, que fue la que realmente nos hizo acudir a tan magno evento.

Fiesta Nacional de Camerún

A las 19:30 nos presentamos elegantemente vestidos para disfrutar de una fiesta totalmente camerunesa, en la que no faltó ningún elemento. Empezando por el hecho de que las invitaciones no llegaron a tiempo por correo y tuvimos que ir a buscarlas a la embajada esa misma mañana. Tampoco faltó el fotógrafo retratando los mejores momentos de la noche, ni la foto de Paul Biya dando la bienvenida a los invitados ni por supuesto el buffet repleto de platos típicos del país. Como auténticos cameruneses, nos hicimos las fotos correspondientes con las banderas y nos lanzamos por el ndolé y el folón. E incluso saboreamos el insípido baton (harina de mandioca fermentada) como si fuese un manjar. 

Foto oficial
Hortense y Coque con el retrato de Paul Biya
Fiesta Nacional en Madrid
Vanessa y Hortense en el photocall
Platos típicos cameruneses
Disfrutando del ndolé

Pero sin lugar a dudas, lo mejor de la noche fue el reencuentro con María y Gonzalo, a quienes no veíamos desde que dejaron Camerún hace 1 año y medio. Rememoramos todos los buenos momentos vividos juntos en Yaundé y pasamos una velada estupenda. 

Fiesta Nacional Camerunesa en Madrid
 ¡Cuánto echamos de menos Camerún!