viernes, 31 de agosto de 2012

El elefante

Jueves 8 de diciembre: Djangui


Nos despertamos todavía de noche esperando poder ver más animales y aunque no logramos ver ninguno, disfrutamos de un precioso amanecer entre la niebla. Desayunamos y nos preparamos para emprender la marcha hacia Djangui, la segunda plataforma en el Parque de la Lobeke. Como sopresa nocturna hemos tenido la visita de un ratoncillo que se ha comido parte del pañuelo de Irene que lleva Raquel y un bolso de Vanessa.

Amanecer en Petite Savane - Parque de la Lobeke
 

Al poco de comenzar la caminata por la selva, vemos unos excrementos muy frescos de gorila y nos ponemos todos alerta por si nos sorprende en el camino. De pronto, Petit Jean, nuestro guía, se detiene al escuchar unos ruidos procedentes de un lateral del sendero. Cuando nos queremos dar cuenta, se ha adentrado en la selva a buscar el origen de los ruidos dejándonos solos. Después de unos largos segundos vuelve y nos advierte de que no es un gorila, sino un elefante...

Caminata por la selva: de Petit Savane a Djangui
Un alto en el camino
Continuamos nuestra marcha muy callados escuchando los sonidos de la selva. De nuevo el guía se para y nos dice las palabras mágicas: "l'éléphant, l'éléphant". Al principio no logramos ver nada, pero de repente entre las ramas distinguimos la cabeza de un elefante. Nos ponemos como locos a hacer fotos sin darnos cuenta del peligro real que corremos. Es una hembra con crías por lo que la cosa se complica y los dos porteadores sueltan las bolsas y el machete y echan a correr. Nosotros, al ver la situación, hacemos lo mismo a toda velocidad apartando lianas y ramas, muchas de ellas con la cara y las manos, que nos dejarán heridas. Poco después nos paramos, pues no ha comenzado ninguna estampida de elefantes. De todas formas, Petit Jean nos dice que nos resguardemos en las raíces de un árbol gigante por si acaso vienen en esa dirección. Él y los porteadores vuelven a por todas las cosas que han dejado abandonadas en la huída.

Con tanta vegetación es difícil distinguir al elefante
SIn embargo él nos tiene en el punto de mira
 
¡Qué miedo pasamos!
Aún con el susto en el cuerpo, oímos ruido por el camino, nos giramos y por suerte no hay ningún animal salvaje, sino el otro grupo que vuelve de Djangui. Con la excitación del momento, intercambiamos las experiencias del día y comemos todos juntos. Y una vez que nos reponemos del sobresalto, continuamos la marcha hasta Djangui.

Reencuentro de todo el equipo en el parque de la Lobeke
Cruzando uno de los muchos ríos de la selva

Después de más de dos horas desde que salimos de Petite Savane llegamos a Djangui, donde la plataforma es mucho más baja y el entorno muy diferente. Tenemos delante de nosotros dos claros muy grandes en los que nada más llegar vemos un gran grupo de búfalos.

La plataforma de Djangui, desde donde veremos los animales
Los animales acostumbran a venir a comer y a beber a estos claros

A medida que va cayendo el sol va aumentando el número de aves. Incluso, de vez en cuando se levantan grandes bandadas de pájaros haciendo mucho ruido, aunque no se puede equiparar al característico sonido de los ibis. Con el atardecer se reactivan todos los pájaros y van de árbol en árbol llenando el cielo de la selva camerunesa. Se mezclan palomas, ibis, garzas, una especie de tucán y alguna que otra águila. Todo un espectáculo que sin duda Raquel es la que más disfruta.

Espectáculo de pájaros

Cuando todavía no ha anochecido, ya nos han preparado nuestra cena de hoy: pasta con tomate y atún. Acabamos rápido y nos disponemos a dormir después de hacer el planning del día siguiente. Hemos quedado con Patrice, el conductor, en el puente roto sobre las 11 de la mañana, por lo que tenemos que madrugar para llegar a tiempo.

Cenando en Djangui

Esa noche, una vez que nos metemos a dormir en la tienda que hemos montado en la plataforma, oímos los gruñidos de los gorilas. No sé a qué distancia pero asustan bastante.

jueves, 23 de agosto de 2012

En el corazón de la selva

Miércoles 7 de diciembre: Petite Savane

Lo primero que vieron Jaime y Raquel al levantarse

Después de una noche acompañados de todo tipo de sonidos de la selva, nos levantamos y nos aseamos con unos cubos de agua. Después de desayunar nos acercamos a las oficinas de WWF. Empieza la odisea.

Nuestras cabañas en camp Kombo (Mambele)

Tenemos que gestionar todos los trámites para poder acceder al Parque Nacional de La Lobeke. Los anfitriones ya habían hecho la reserva para entrar del 7 al 11 de diciembre, pero ahora tenemos que contratar porteadores, guías, un 4x4 de verdad (porque con nuestra furgoneta no nos dejan entrar) y agentes forestales (ecoguardias los llaman aquí). No hay 4x4 ni ecoguardias disponibles, porque una visita oficial del ministerio les ha trastocado todos los planes, y no nos quieren dejar entrar, pero después de llegar hasta allí, estamos decididos a adentrarnos en la selva camerunesa sin guardias y con nuestro cuatro latas.
Preparando las mochilas para los dos próximos días

Cuando llegamos al Puente Roto, punto de inicio de nuestra aventura, nos dividimos en dos grupos ya que las cabañas donde vamos a pasar las noches son pequeñas y no cabemos todos. En un grupo vamos: Vanessa, Carlos, Miguel, Raquel y Jaime, y en el otro: Irene, Ana, Clara e Iván. En cada grupo llevamos dos porteadores y un guía, el nuestro es conocido como Petit Jean, un pigmeo de dientes afilados, un poco adicto a los sobres de Kitoko (whisky) y un poco friolero, ya que en plena selva va con forro polar. Al otro grupo lo acompaña Martial, guía que destaca por su caballerosidad. El grupo de Iván va a hacer noche en Djangui y nosotros pasaremos nuestra primera noche en Petite Savane.

Grupo de Jaime, Coque, Raquel, Vanessa (con Petit Jean) y Miguel
Grupo de Ana, Iván, Clara e Irene

Mientras estamos repartiendo el agua y la comida que llevará cada grupo, aparece un americano que ha pasado una semana en la plataforma de Petite Savane y nos da muy buenas noticias, pues ha visto un grupo de gorilas, incluido un espalda plateada, y muchos más animales. Pero, de repente, se pone nervioso y de mala manera nos empieza a meter prisa porque piensa que nuestra furgoneta es la que le tiene que llevar de vuelta a Mambele. Este hombre tendrá mucha paciencia para divisar animales, pero en el trato humano deja mucho que desear y además no ha entendido que en Camerún las cosas nunca salen como estaban planeadas.

Descargando bajo la atenta mirada del americano
Inicio de la travesía, el primer río

El primer grupo comienza a andar más deprisa ya que tienen que llegar de día a Djangui y hay más de tres horas de camino. Nosotros nos lo tomamos con más calma, pues nuestro campamento está más cerca. Comenzamos la caminata y el primer obstáculo que nos encontramos es un río que no es posible cruzar sin mojarse. Así que optamos por quitarnos las zapatillas ya que empezar con los pies empapados no es alentador. Petit Jean nos va avisando y señalando huellas y excrementos de animales, al principio pensamos que está un poco preparado, pero a medida que avanzamos vemos huellas de elefantes y de otros animales por todas partes. De vez en cuando, dejamos a un lado el sendero y nos adentramos en la selva y Petit Jean hace la llamada: un ruido que imita a un antílope herido, con lo cual pueden venir otros antílopes a ayudarlo o que se acerque una pantera a comérselo, son momentos de tensión y de vez en cuando nos parece ver que algo se mueve dentro de la selva, aunque no lo logramos ver con claridad, tenemos la sensación de algún animal se acerca.
Jaime adentrándose en la brousse

 

Después de cruzar unos cuantos ríos y 45 minutos de selva llegamos a la cabaña de Petite Savane, donde vamos a pasar la noche. Cuando llegamos, el otro grupo está terminando de comer y rápidamente prosiguen su camino hasta Djangui.

Ana, tomando fuerzas en Petite Savane (menuda bola)
Plataforma de Petite Savane donde pasamos la primera noche

Nosotros, después de comer, damos un paseo con el guía por la zona para ver si conseguimos ver algún animal. No paramos de escuchar a monos y localizamos a una pareja de colobos, luego conseguimos ver bastantes más.

Uno de los muchos ríos cerca de Petite Savane
Mono Colobo, con su cola blanca
Jaime contemplativo

Cuando volvemos a la plataforma uno de los porteadores nos dice que mientras estábamos fuera ha pasado un grupo de búfalos. Por suerte vuelven a venir y podemos ver a los primeros grandes animales de esta selva, mientras seguimos esperando en silencio la llegada del gorila, pero se hace de noche y no aparece, así que nos quedamos un poco decepcionados. Tendremos otra oportunidad durante las primeras horas de la mañana del día siguiente, antes de salir para Djangui. 

¡Allí, allí está el búfalo! ¿No lo ves?
Uno de los búfalos que vimos desde la plataforma

Petit Jean y los porteadores son los encargados de prepararnos la cena. Encienden un fuego en un campamento alejado de la plataforma para no espantar a los animales y nos hacen el menú que traemos: arroz, judías verdes y carne humana (magro de cerdo).

Una cena bien merecida

La plataforma tiene dos habitaciones, en cada una pondremos una tienda de campaña donde pasaremos la noche. A pesar de los ruidos que nos acompañan desde que llegamos a  Mambele, dormimos del tirón desde que acabamos de cenar hasta las 4:30 de la madrugada que es cuando nos suena la alarma para intentar ver algún animal aprovechando el silencio. Pero abrimos un ojo y hay una espesa niebla que no nos permite ver nada, así que decidimos levantarnos un poco más tarde.

Gorilas en la niebla

martes, 14 de agosto de 2012

Bertua - Mambele

Martes 6 de diciembre: perdidos por los caminos
Nos levantamos a las 6 de la mañana los dos con síntomas de diarrea del viajero. Empezamos bien la semana, sobretodo porque tenemos 11 horas de viaje en la furgoneta por pista -desde Bertua ya no hay carretera asfaltada-. Parece que no va a más, así que nos ponemos en marcha. Paramos a desayunar y a comprar agua para ¡¡toda la semana!! -porque nos vamos a la selva de verdad de verdad, donde no hay agua ni nada-, compramos bollería en la boulangerie y comenzamos el viaje. Yo, en mi línea, estoy un poco indispuesto y no desayuno nada. 
El primer pueblo al que tenemos que llegar es Batouri. En la parte delantera vamos Carlos y yo y rápidamente empezamos a desesperarnos. Nos damos cuenta de que la furgoneta no es el vehículo idóneo para estas pistas de tierra, porque además de no ser 4x4, no tiene aire acondicionado y tenemos que ir con las ventanillas abiertas para no asfixiarnos, así que no para de entrar polvo y más polvo. Además, debe de ser la primera vez que el conductor se ve en una de estas, pues conduce a menos de 20 km por hora.

Ya en ruta a las 7:00 de la mañana
¿Nos habremos perdido?

En la parte de atrás de la furgoneta van las mochilas y algunos palés de agua. Los pasajeros vamos repartidos por el resto de asientos y rotando, ya que en la parte delantera se va un poco más cómodo y sobretodo no hay tanto polvo. Todos vamos con la mayor parte de la cara tapada con pañuelos, y aún así llegamos a Yokadouma completamente rojos del polvo de las pistas. El viaje se está haciendo eterno y no vemos seguro llegar a Camp Kombo (Mambele) a una hora prudente.

A pesar de los pañuelos a lo bandolero...
... acabamos llenos de polvo

En Yokadouma está una de las pocas gasolineras desde Bertoua y no habrá otra en el camino, así que paramos a repostar, pero ¡no hay gasolina! Esto cada vez se pone más negro, pero como en Camerún siempre hay solución, al final conseguimos que unos particulares nos vendan y reanudamos la marcha. Se hace de noche y no vemos nada, vamos pasando pueblos y más pueblos sin saber ni dónde estamos, pero al final, después de más de 12 horas llegamos a Mambele.

Seis horas de viaje por pista para llegar a una gasolinera sin diesel, no tiene precio
Nos recibe la gente de WWF (en el campamento Camp Kombo) y nos asignan las cabañas. Estamos dentro de la selva y los sonidos de la noche son espectaculares. Contra todo pronóstico, nos tienen la cena preparada (estofado de ternera, pasta y arroz). Yo me limito a probar la carne y como un plato de arroz, ya que no quiero forzar la situación.

Al menos cenamos caliente en nuestro campamento

jueves, 2 de agosto de 2012

De Yaundé a Bertua

Lunes 5 de diciembre: Yaundé - Bertua, empieza otra aventura

Nos acercamos a la embajada por las maletas que dejamos el viernes, sacamos los regalos que llevábamos a Marta y volvemos casa para preparar la semana en el Parque nacional de la Lobeke. Hacemos unas últimas compras de comida y volvemos a la embajada, esta vez para montarnos en nuestro supuesto vehículo 4x4, el equipo al completo: Carlos, Vanessa, Clara, Iván, Irene, Miguel, Ana, Raquel, Jaime y nuestro supuesto experto conductor, Patrice.

Con los preparativos del viaje

Salimos de Yaundé sobre la 13h. El primer destino de nuestro viaje al sudeste del país es Bertua. Son menos de 350 km, pero nos lleva más de 6 horas llegar por las múltiples paradas de la policía (nos toca enseñar la documentación unas cuantas veces), las paradas técnicas para ir al baño y unos últimos 60 km de pista.

Carretera Yaundé-Bertua

Lo mejor del día tuvo lugar durante estos últimos controles policiales. En cada una de las paradas respondíamos al unísono "cristiana" a una de las preguntas de los policías. Esta respuesta extrañaba a Irene, pero no se atrevió a pregurtarnos hasta el final del viaje por qué necesitaban saber nuestra religión en cada control. Casi se muere de risa cuando se enteró de que en realidad con "cristiana" nos referíamos al nombre de nuestro hotel en Bertua.

Dentro de nuestra furgo
Llegamos cerca de las 21h al Hotel Christiana, nos registramos y cada uno a su habitación. Raquel se encuentra mal y no baja a cenar nada. El resto vamos al bar de al lado del hotel, pero no hay nada apetecible de comer. Así que Carlos e Iván, completamente camerunizados, se cogen una moto para ir a la calle principal de la ciudad a comprar algo de pollo y ternera (soya), picoteamos un poco y a descansar.

En un sitio parecido compramos la cena. Soya, siempre tan deliciosa