Jueves 1 de diciembre: descubriendo Yaundé
Con
mucha más luz de lo habitual en nuestra habitación camerunesa, nos despertamos a las pocas horas, ansiosos por descubrir este
nuevo
mundo que nos espera. Carlos y Vanessa ya están en pie,
pues llevan el horario camerunés. A pesar de lo mucho que
hace
Skype por los trotamundos, hace casi un año que no los vemos, pero están
igual de
guapos y de
felices que la última vez.
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Les lions, heureux et indomtpables |
Lo primero que nos sorprende es el bullicio que llega de la calle, principalmente por el
ruido
de los
taxis, un continuo
pii-pii, ya que
la forma que tiene un taxista de preguntarte a dónde vas es pitando una vez y de aceptar llevarte es tocando el claxon dos veces, por lo que por cada persona que se monta
en un taxi hay, al menos, tres pitidos… y no hay que olvidar que en un taxi
de tamaño normal pueden entrar hasta ¡5 pasajeros!
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Mamá camerunesa cogiendo un taxi |
Cuando nos disponemos a equiparnos para nuestra primera salida a la calle nos llevamos la sorpresa de que
en esas mochilas que considerábamos con
lo indispensable, falta un elemento tan importante como ¡la ropa
interior! Pero nada puede desanimarnos, así que tiramos de lo que llevamos
puesto y aceptamos gustosamente algún complemento de los anfitriones. La
histeria de Jaime nos hace rociarnos de antimosquitos, aunque parece ser que en la capital hasta el
anochecer no hay problemas con ellos.
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Jaime, cada vez más relajado |
El
primer punto en nuestra apretada agenda es legalizar la fotocopia de nuestros pasaportes, así que vamos a una comisaría, donde una
alegre policía, a la que le gusta Julio Iglesias, nos pone los sellos correspondientes.
Poco después, probamos lo que es montar en un taxi
camerunés. Nuestro destino:
la Briqueterie: un
barrio musulmán muy comercial, todas sus calles están atestadas de tiendas y de puestos. Hay
telas, modistas, frutas, lavadoras, piezas de motos (por supuesto, todas chinas),
equipos de música y altavoces (les gusta mucho el ruido)… Puedes
encontrar de todo, de hecho, si no lo tienen en las tiendas siempre habrá
alguien que lleve en la cabeza lo que necesitas. Hemos visto cómo llevaban fruta
y todo tipo de comida y bebida, zapatos, telas, barreños e incluso alguno vende
mandos de TV, también móviles o balones hinchables.
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Esta forma de transportar la mercancía nos llama mucho la atención |
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Los dos hermanos tan campantes por la Briq |
Conforme
avanza la mañana nos acostumbramos al olor de Yaundé. En esta zona especialmente huele bastante mal, y es que en toda la ciudad no hay red de
alcantarillado, simplemente zanjas en los laterales de las calzadas donde acaba
todo.
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Decidiendo, a la sombra, dónde ir a comer |
Después nos vamos a comer, ¡uff! nervios, ya que es nuestra
primera experiencia con la comida y le pedimos a Carlos
que no sea nada de la calle o algo raro. Así que nos llevan a
“Le Village” donde comemos unos
filets
(una especie de espeto de filetes) con algo parecido a la mandioca,
plantain (plátano macho) frito y la,
hasta ahora desconocida para nosotros pero que nos acompañará durante todo el
viaje como el Relec, salsa de
piment (se
pronuncia pimán). Comprobamos
in situ
lo que habíamos visto en el blog, las
cervezas son enormes (0,6 cc) y no
suelen estar muy frías, a instancias de nuestros anfitriones probamos
Beufort Ligth,
Castel y
Muztig.
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Disfrutando de nuestra primera comida camerunesa y viendo ganar al Atleti |
Pongámonos
en situación, los cuatro comiendo una carne sabrosísima, bebiéndonos a unos
30ºC de temperatura unas cervezas de más de medio litro y no especialmente
frías, emocionados con todo lo que nos rodea allí en medio de África y de
repente caemos en la cuenta de que en la televisión están retransmitiendo un
partido de fútbol: el Celtic vs Atlético de la Europa League, con victoria a
domicilio de los
rojiblancos.
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Un amigo nos da la bienvenida a la avenida Kennedy |
Para
bajar la comida, continuamos conociendo la ciudad. Ahora toca un paseo por la
avenida Kennedy, en el centro de la
city,
donde compramos unas telas camerunesas (actualmente, nuestras fundas de sofá). El ambiente de esta zona es impresionante, todo
está lleno de gente, en las puertas de las tiendas hay equipos de música
tratando de atraer a posibles compradores, el bullicio nos absorbe…
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Paseo más tranquilo por el bulevar 20 de mayo |
A continuación nos toca hacer una visita al cajero
sito en el hotel más lujoso de Yaundé, el
Hilton. Así como estamos, sudados y
llenos de polvo, nos sentimos un poco fuera de lugar, pero
nuestros anfitriones nos tienen preparada una sorpresa estupenda, así que nos
montamos en uno de los pocos ascensores de Yaundé, dispuestos a encontrarnos cualquier
cosa... Y merece la pena, pues desde la terraza del hotel
se tiene una panorámica de gran parte de la ciudad y, en especial, de la zona
de los ministerios. Durante un buen rato nos entretenemos intentando asimilar
el caos circulatorio de esta ciudad. Además está atardeciendo y el
color del
ocaso africano impresiona.
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A vista de pájaro |
Por la noche vamos a tomar unas cervezas
con Miguel, un malagueño que es lector de castellano en la universidad
y que será compañero de viaje durante toda nuestra estancia en Camerún. Vamos a un par de bares que llaman la
atención por el
volumen de la música. Allí coincidimos
con otros españoles, pero no intimamos mucho porque el ruido no nos deja ni hablar. Nos tomamos una cerveza y a casa
que el día ha sido muy duro.