lunes, 24 de septiembre de 2012

Vuelta a los caminos polvorientos

Domingo 11 de diciembre: regreso a Bertua
Hoy tenemos de nuevo una etapa maratoniana de furgoneta hasta Bertua. Recogemos todo y preparamos el equipaje, las tiendas y empezamos nuestra pequeña tortura. A las 7 ya estamos en carretera, hacemos una parada para repostar gasolina (en medio de ninguna parte) y enterarnos del resultado del Madrid - Barça de la noche anterior; 1-3 para el Barça siempre es una buena noticia aunque estemos perdidos en medio de África.

Repostando al alba en una gasolinera muy rural

Un poco más adelante, nos paramos de nuevo. Esta vez para entregar la comida que nos ha sobrado a uno de los muchos pueblos pigmeos que vemos por el camino. Se bajan Vanessa, Iván e Irene y, siguiendo el protocolo, van a hablar con el jefe del pueblo y le hacen entrega de las bolsas.

La delegación que se acerca a hablar con el jefe pigmeo
 
Continuamos hacia la primera meta que tenemos que alcanzar hoy: Yokadouma. A las 11 de la mañana llegamos, llenamos el depósito la furgoneta, aprovechamos para ir al baño que hay en la gasolinera y nos comemos un merecido bocadillo con una coca cola.

Un alto en el camino
Gasolinera de Yokadouma
 
El viaje continúa y vamos pasando pueblo tra pueblo por las polvorientas pistas que nos llevan a Bertua.


Pasamos el rato en la furgoneta conmplando el paisaje, contando historias de amor y haciéndonos fotos y vídeos para dejar constancia de todo el polvo que tragamos.

 
 
 
Todos con polvo hasta en las pestañas

Se hace de noche a las 18h y todavía nos quedan muchos kilómetros por delante...


Llegamos a Bertua a las 21h, 14 horas después de haber salido del campamento, y decidimos ir directamente a cenar a una restaurante que conocen de otra visita y de cuyas tripas llevan todo el viaje hablando. Iván y Miguel son los únicos que se atreven con esa delicatessen, el resto optamos por algo más sencillo, pero que después de una semana en la selva nos parece un manjar: un filete con patatas fritas. No sé cómo nos dejan entrar en el restaurante, llevamos tanto polvo encima que luego en las fotos asusta.
Los dos valientes que se atrevieron con las tripas
Aquí queda el resumen de la jornada marotoniana-polvorienta

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