La Crónica: la final

Ayer estaba expectante por poder ver mi primera final de la Copa de África. Lo malo es que di por hecho que el horario sería algo más europeo, a eso de las 19:30, como alguno de los partidos de cuartos. Pero me equivoqué, el partido empezó a las 17:00.

Tras pasar un agradable día de piscina de mucho nadar y poco comer, en cuanto empezó a anochecer (sobre las 18:00), volvimos tranquilamente a casa con la idea de hacer una comida-merienda-cena a la presumible hora del partido. Cuál fue nuestra sorpresa al ver que en el bar de Higuita no había ni un sitio libre. Rápidamente preguntamos por qué había tanta gente viendo el partido por el tercer puesto, el guardián nos miró raro y le dijo a su amigo: "¡estos blancos no se enteran de nada!".

Entonces nos surgió una nueva duda. ¿Qué era mejor: adelantar la cena a las 18:30 y ver el final del partido en un sitio tranquilo comiendo un buen pescado o verlo en mi bar de siempre con las tripas rugiendo? La opción del pescado claramente ganó, así que nos fuimos al Bunker con la intención de ver los últimos minutos y la prórroga. Pero Egipto nos arruinó el plan marcando en el minuto '85. Este gol dejó a todo el bar con cara de tontos, gritando que había sido culpa de la sorcellerie (brujería) y que no era posible que un país que no es realmente africano se llevase de nuevo la copa del continente negro. 

En esos minutos vi a Ghana más decidida y jugando mejor, pero los faraones, partiendo de una buena defensa, consiguieron su tercer título consecutivo. Es extraño que el mejor equipo "africano" de los últimos años no se haya clasificado para ninguno de los recientes mundiales. Y es que como dice un amigo nuestro, hay equipos especializados en la Copa del Mundo y otros que simplemente no lo son. Esa es la diferencia entre Camerún y Egipto.

Viendo recibir el trofeo a Egipto, recibimos nosotros nuestro capitaine (tipo de pescado) y nos pusimos manos a la obra, ¡nunca mejor dicho!