sábado, 21 de abril de 2012

Recorriendo el Adamawa

Día 15. Sábado 26 de noviembre de 2011: Ngaounderé – Tibati - Banyo


5h de la mañana. Aún es de noche, pero los viajeros se levantan, el bus sale a las 6h y hay que llegar a tiempo. En la guía dice que se tardan 8 horas hasta Tibati y 5 horas más hasta Banyo. Se trata de una zona bastante aislada, con la pista en muy mal estado, por la que no pasan muchos blancos. Por delante tenemos un día entero de viaje, repleto seguro de aventuras.

Antes del amanecer ya estábamos en la estación de autobuses
La estación de autobuses de Ngaunderé no es tan nueva como la de Garua, pero también está muy bien preparada: con sus mezquitas (para hombres y mujeres por separado), sus baños y duchas y sus bancos de azulejos que a estas horas de la mañana están helados.

En esta furgoneta sin ventanas, que parece de feria, haremos un viaje de 13 horas
Empiezan a subir al techo del autobús las múltiples bolsas, cajas, bidones y hasta una bicicleta de los pasajeros y después proceden a la ardua labor de leer los nombres de la lista para que la gente vaya subiendo en orden. Dos horas después y tras múltiples empujones, enfados y gritos, nos sentamos al final del todo, pero juntos y en ventanilla y ¡qué ventanilla! Esta vez nadie ha podido cerrar las ventanas y hacer del bus una sauna (costumbre muy camerunesa). Por primera vez hemos cogido una furgoneta sin ventanas. Muchas veces las hemos visto, son amarillas, Renault, de uso industrial que aquí han tuneado y usan como autobuses. Una vez que estamos todos subidos y ordenados, un grupo de chicos tiene que empujar la furgo para que arranque. ¡Empezamos bien!

Dentro de la furgoneta no cabe ni un alfiler

Nada más dejar las calles de Ngaunderé y coger la pista rumbo a Tibati, se sube una chica, pero como no hay más sitio, va de pie en el huequecillo de las piernas del compañero de Coque. ¡No cabe ni un alfiler! Nosotros estamos indignados (pues compramos ayer los billetes y nos hemos levantado a las 4 de la mañana para conseguir un sitio), pero a medida que avanza el viaje nos damos cuenta de que es normal. A lo largo de todo el trayecto va subiendo y bajando gente, independientemente de los asientos libres que haya. Así que Coque tiene que luchar todo el camino para conservar intacto su espacio vital.

 
Conseguíamos leer a pesar de los botes, el viento y el polvo 

Van pasando las horas sin darnos ni cuenta, entre el paisaje (que va cambiando continuamente), la lectura, los movimientos de la gente y nuestras charlas. No salimos a estirar las piernas hasta que llegamos Tibati, ciudad del Far West, 6 horas después de haber salido. Y nos parece la cosa más normal, nos duele un poco el culo pero no estamos cansados ni hartos (¡nos hemos camerunizado! Esto es algo que siempre nos llamaba la atención, su capacidad para estar sentados en un mismo lugar sin moverse. Ya hemos descubierto el secreto: práctica). 



Si bien, la parada en Tibati viene bien para comer algo y dar un paseíto por el curioso y polvoriento pueblo. Nos encantan las farolas de las plazas y la amable gente.

La plaza de Tibati y sus farolas
Un amable zapatero

Volvemos a nuestros asientos y retomamos la ruta (que no es para nada “abismal” como la describe la guía Bradt) y 3 horas después, al atardecer estamos llegando a Banyo. Al final  las 13 horas de viaje se han quedado en 10 (de 7 a 17h) gracias a las obras de mejora que están realizando en las pistas y a que es época seca y no hay barrizales.

Las casas típicas del norte
se mezclan con las construcciones características del Adamawa

Atardacer desde la furgoneta

Asombrosamente no llegamos agotados pero sí llenos de polvo. La atracción de la feria “viaje por la selva” nos ha teñido de rojo. 

Llegada a Banyo llenos de polvo y pachute

Hay dos albergues en esta ciudad de provincia y de paso (donde todo el mundo nos recibe muy amablemente, pues debemos de ser los primeros turistas que pisan sus calles) y nos decantamos por el menos malo -que no tiene ni agua ni sábanas en la cama-. Ya tenemos la reserva para el “car” de mañana y nos podemos ir a tomar unas cervezas y a comer algo caliente.

Aislada, auténtica, olvidada: el Adamawa

Se nota que por esta zona no vienen muchos blancos. Al pasar con el bus por los pueblecitos los niños no nos gritaban el “cadeau-cadeau” (regalo) que nos acompañaba por todas los pueblos del Norte. Coque está embobado viendo el partido del Arsenal-Fulham, hacía mucho tiempo que no veía una tele y menos un partido de fútbol. Me parece que está noche no vamos a jugar nuestra cotidiana Escoba.

1 comentario:

  1. Jo, qué morenazo has cogido Vane!
    Y esa mano de Coque sujetando el libro! postura imposible donde las haya, no???
    ¡Pedazo viaje que os habéis hecho! alicia

    ResponderEliminar

¿Te ha gustado? Cuéntanoslo