martes, 16 de agosto de 2011

¡Valientes en general!

Las aventuras en el Sur sólo fueron el inicio del viaje. Después de salvar a las tortugas, los aventureros partieron a salvar a los chimpancés. Todavía quedaban unos días por delante para disfrutar de otras regiones de Camerún: Litoral y Oeste.


Cambiamos las motos por el coche de nuestro taxita favorito: Vincent y emprendimos el camino a Edea y de allí por una pista en mitad de plantaciones a Pongo Songo, un santario de chimpancés en unas islas en el río Sanaga, el río más importante de Camerún. Es un proyecto de la ONG francesa Papaye-France para la preservación de los chimpancés, que atrae además a bastantes turistas, como es el caso.


Lo curioso es que los chimpancés no son tan tranquilos como los pintan y a más de uno le dieron un pequeño susto. Aún así, pasamos un buen rato con ellos, pero decidimos dar por concluida nuestra experiencia con animales cameruneses. 

Después tocaba un poco de civilización: Duala, donde hicimos la visita cultural del viaje al centro de arte contemporáneo doaual'art. La princesa Marilyn, directora del centro, nos enseñó la exposión en curso y nos explicó el proyecto de este laboratorio experimental, caso raro en África, haciendo las delicias de las culturetas.

las dos culturetas haciéndose las interesantes

Tras el descanso en la misión católica de Duala, partimos rumbo a Nkongsamba y Melong para visitar las cataratas de Ekom Nkam (donde se rodó Greystoke). Estuvimos allí también en semana santa, pero ahora, en plena época de lluvias, el caudal era mucho mayor y menos mal que el propio Tarzán apareció para ayudar a las doncellas porque la senda para acercarse hasta las cascadas era casi impracticable por el barro y la pendiente.


Después de esta aventura, continúamos nuestro camino, no sin antes hacer un alto en Kekem, donde cuentan que se comen los mejores pinchitos de Camerún.

  

Dejamos atrás el Litorial con sus inmensas plantaciones de cacao, café, plátanos y papayas y nos adentramos en el montañoso y frío Oeste, con parada obligatoria en Baham, el pueblo de Vincent. Allí estuvimos visitando a su familia: su padre, su madre y algunas de las otras esposas del padre. Y concluimos la jornada en Bandjoun, en casa de Pablo, cada día más mejorada y con más animales (incluyendo un mono -Tito, Tito, Tito- y dos cocodrilos).

Vincent y su padre

Al día siguiente tocaba descubrir Foumban, uno de nuestros sitios favoritos. Es uno de los pocos pueblos cameruneses que tiene lo que podemos considerar un centro histórico, con el palacio del sultán, el mercado y la mezquita. Tras la última visita en la fiesta del Nguon, ahora pudimos hacer algo de turismo e ir al museo, al mercado e incluso hacer algunas compritas en el centro artesanal.

palacio del sultán
comprando artesanía

Las aventuras continuaban... Era de noche, llovía a cántaros y no encontrábamos dónde dormir. Después de preguntar en varios sitios que mejor no describir, discutir con unos y con otros, al final salimos de Foumban y fuimos al Baba Hotel, un sitio muy recomendable, pero donde no tenían cervezas. ¡¡Crisis!! Menos mal que un señor muy amable se ofreció a ir al pueblo a buscarnos unas y así pudimos echarnos unas cuantas escobas con nuestras birras acompañadas de cacahuetes en una recepción de hotel donde no pararon de pasar cosas extrañas, incluyendo la visita de mafiosos. Pero esas son historias para contar tomando unas cañas.



Al día siguiente volvimos a Foumban para intentar ver al sultán. Era viernes, el día en que su majestad acostumbra a acudir a rezar a la mezquita. Suele salir a medidodía, pero nunca se sabe, depende de si está en el pueblo, si está cansado, si llueve... Preguntamos, pero las informaciones no eran claras y nadie nos aseguraba que pudiésemos verlo. Aún así, confiamos en la suerte que nos había acompañado todo el viaje y allí nos quedamos. A las 12.30 salió con su séquito medieval y pudimos comprobar la importancia que el pueblo bamoun otorga a su jefe. Y como colofón, nos encontramos con nuestro amigo del mercado artesanal vestido de gala.

el sultán con su séquito camino de la mezquita
no es el sultán, pero lo parece

Tras salir de Foumban y poner dirección a Yaundé, hicimos una nueva parada en Bandjoun, esta vez para visitar la impresionante chefferie. No estuvimos mucho rato, pues nos quedaba bastante camino por delante y queríamos hacer la parada de rigor en Makenené, para comer un poco de soya con plantain. Coincidimos además con Clara e Iván a mitad de camino e hicimos otra paradita para intercambiar información de Foumban y despedirnos. 

chefferie de Bandjoun
encuentro en el camino

Tan sólo quedaba preparar las maletas, recoger los modelos de la costurera, hacer las últimas compras y celebrar el 30 cumpleaños de Dani con una barbacoa Chez Matteo's. La fiesta no defraudó y continuó en Essos hasta la salida del avión. 

Muchas gracias por venir a visitarnos, ¡todo fue muy intenso!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Te ha gustado? Cuéntanoslo