Miércoles 7 de diciembre: Petite Savane
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Lo primero que vieron Jaime y Raquel al levantarse |
Después
de una noche acompañados de todo tipo de
sonidos de la selva, nos levantamos y nos aseamos con unos cubos de agua. Después de desayunar nos acercamos a las
oficinas de
WWF. Empieza la odisea.
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Nuestras cabañas en camp Kombo (Mambele) |
Tenemos que gestionar todos los
trámites para poder acceder al
Parque Nacional de La Lobeke. Los anfitriones ya habían hecho la
reserva para entrar del 7 al 11 de diciembre, pero ahora tenemos que contratar porteadores,
guías, un 4x4 de verdad (porque con nuestra furgoneta no nos dejan entrar) y agentes forestales (ecoguardias los llaman aquí). No hay 4x4 ni ecoguardias disponibles, porque una visita oficial del ministerio les ha trastocado todos los planes, y no nos quieren dejar entrar, pero después de llegar hasta allí, estamos decididos a adentrarnos en la
selva camerunesa sin guardias y con nuestro cuatro latas.
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Preparando las mochilas para los dos próximos días |
Cuando llegamos al
Puente Roto, punto de inicio de nuestra aventura,
nos dividimos en dos grupos ya que las cabañas donde vamos a pasar las
noches son pequeñas y no cabemos todos. En un grupo vamos: Vanessa,
Carlos, Miguel, Raquel y Jaime, y en el otro: Irene, Ana, Clara e Iván. En
cada grupo llevamos dos porteadores y un guía, el nuestro es conocido como
Petit Jean, un
pigmeo de dientes afilados, un poco adicto a los sobres de
Kitoko (whisky)
y un poco
friolero, ya que en plena selva va con forro polar. Al otro grupo lo acompaña
Martial, guía que destaca por su caballerosidad. El grupo de Iván va a
hacer noche en
Djangui y nosotros pasaremos nuestra primera noche
en
Petite Savane.
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Grupo de Jaime, Coque, Raquel, Vanessa (con Petit Jean) y Miguel |
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Grupo de Ana, Iván, Clara e Irene |
Mientras estamos repartiendo el agua y la comida que llevará cada grupo, aparece un
americano que ha pasado una semana en la plataforma de
Petite Savane y nos da muy buenas noticias, pues ha visto un grupo de gorilas,
incluido un
espalda plateada, y muchos más animales. Pero, de repente, se
pone nervioso y de mala manera nos empieza a meter prisa porque piensa que nuestra furgoneta es la que
le tiene que llevar de vuelta a Mambele. Este hombre tendrá mucha paciencia para divisar animales, pero en el trato humano deja mucho que desear y además no ha entendido que en Camerún las cosas nunca salen como estaban planeadas.
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Descargando bajo la atenta mirada del americano |
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Inicio de la travesía, el primer río |
El primer grupo comienza a andar más deprisa ya que
tienen que llegar de día a Djangui y hay más de tres horas de camino. Nosotros nos lo tomamos con más calma, pues nuestro campamento está más cerca. Comenzamos la caminata y el
primer obstáculo que nos encontramos es un río que no es posible cruzar sin mojarse. Así que optamos por quitarnos las
zapatillas ya que empezar con los pies empapados no es alentador. Petit Jean nos va avisando y señalando huellas y excrementos de
animales, al principio pensamos que está un poco preparado, pero a medida
que avanzamos vemos huellas de elefantes y de otros animales por todas
partes. De vez en cuando, dejamos a un lado el sendero y nos adentramos en la selva y Petit Jean hace la llamada: un ruido que imita a un
antílope herido, con lo cual pueden venir otros antílopes a ayudarlo o que se
acerque una pantera a comérselo, son momentos de tensión y de vez en cuando nos
parece ver que algo se mueve dentro de la selva, aunque no lo logramos ver con
claridad, tenemos la sensación de algún animal se acerca.
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Jaime adentrándose en la brousse
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Después de cruzar unos cuantos
ríos y 45 minutos de selva llegamos a la cabaña de
Petite Savane,
donde vamos a pasar la noche. Cuando llegamos, el otro grupo está
terminando de comer y rápidamente prosiguen su camino hasta Djangui.
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Ana, tomando fuerzas en Petite Savane (menuda bola) |
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Plataforma de Petite Savane donde pasamos la primera noche |
Nosotros, después de comer, damos un paseo con el guía por la zona para ver si conseguimos ver algún animal. No paramos de escuchar a
monos y localizamos a una pareja de colobos, luego conseguimos ver bastantes
más.
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Uno de los muchos ríos cerca de Petite Savane |
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Mono Colobo, con su cola blanca |
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Jaime contemplativo |
Cuando volvemos a la plataforma uno de los porteadores nos dice
que mientras estábamos fuera ha pasado un grupo de búfalos. Por suerte
vuelven a venir y podemos ver a los primeros grandes animales de esta selva,
mientras seguimos esperando en silencio la llegada del gorila, pero se hace de noche y no aparece, así que nos quedamos un poco decepcionados. Tendremos otra
oportunidad durante las primeras horas de la mañana del día siguiente, antes de salir para Djangui.
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¡Allí, allí está el búfalo! ¿No lo ves? |
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Uno de los búfalos que vimos desde la plataforma |
Petit Jean y los porteadores son los encargados de
prepararnos la cena. Encienden un fuego en un campamento
alejado de la plataforma para no espantar a los animales y nos hacen el menú que traemos: arroz, judías verdes y carne
humana (magro de cerdo).
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Una cena bien merecida |
La plataforma tiene dos habitaciones, en cada una pondremos una tienda de campaña donde pasaremos la noche. A pesar de los ruidos que nos acompañan desde que llegamos a Mambele, dormimos del tirón desde que acabamos de cenar hasta las 4:30 de la madrugada que es cuando nos suena la alarma para intentar ver algún animal aprovechando el silencio. Pero abrimos un ojo y hay una espesa niebla que no nos permite ver nada, así que decidimos levantarnos un poco más tarde.
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Gorilas en la niebla |