jueves, 23 de agosto de 2012

En el corazón de la selva

Miércoles 7 de diciembre: Petite Savane

Lo primero que vieron Jaime y Raquel al levantarse

Después de una noche acompañados de todo tipo de sonidos de la selva, nos levantamos y nos aseamos con unos cubos de agua. Después de desayunar nos acercamos a las oficinas de WWF. Empieza la odisea.

Nuestras cabañas en camp Kombo (Mambele)

Tenemos que gestionar todos los trámites para poder acceder al Parque Nacional de La Lobeke. Los anfitriones ya habían hecho la reserva para entrar del 7 al 11 de diciembre, pero ahora tenemos que contratar porteadores, guías, un 4x4 de verdad (porque con nuestra furgoneta no nos dejan entrar) y agentes forestales (ecoguardias los llaman aquí). No hay 4x4 ni ecoguardias disponibles, porque una visita oficial del ministerio les ha trastocado todos los planes, y no nos quieren dejar entrar, pero después de llegar hasta allí, estamos decididos a adentrarnos en la selva camerunesa sin guardias y con nuestro cuatro latas.
Preparando las mochilas para los dos próximos días

Cuando llegamos al Puente Roto, punto de inicio de nuestra aventura, nos dividimos en dos grupos ya que las cabañas donde vamos a pasar las noches son pequeñas y no cabemos todos. En un grupo vamos: Vanessa, Carlos, Miguel, Raquel y Jaime, y en el otro: Irene, Ana, Clara e Iván. En cada grupo llevamos dos porteadores y un guía, el nuestro es conocido como Petit Jean, un pigmeo de dientes afilados, un poco adicto a los sobres de Kitoko (whisky) y un poco friolero, ya que en plena selva va con forro polar. Al otro grupo lo acompaña Martial, guía que destaca por su caballerosidad. El grupo de Iván va a hacer noche en Djangui y nosotros pasaremos nuestra primera noche en Petite Savane.

Grupo de Jaime, Coque, Raquel, Vanessa (con Petit Jean) y Miguel
Grupo de Ana, Iván, Clara e Irene

Mientras estamos repartiendo el agua y la comida que llevará cada grupo, aparece un americano que ha pasado una semana en la plataforma de Petite Savane y nos da muy buenas noticias, pues ha visto un grupo de gorilas, incluido un espalda plateada, y muchos más animales. Pero, de repente, se pone nervioso y de mala manera nos empieza a meter prisa porque piensa que nuestra furgoneta es la que le tiene que llevar de vuelta a Mambele. Este hombre tendrá mucha paciencia para divisar animales, pero en el trato humano deja mucho que desear y además no ha entendido que en Camerún las cosas nunca salen como estaban planeadas.

Descargando bajo la atenta mirada del americano
Inicio de la travesía, el primer río

El primer grupo comienza a andar más deprisa ya que tienen que llegar de día a Djangui y hay más de tres horas de camino. Nosotros nos lo tomamos con más calma, pues nuestro campamento está más cerca. Comenzamos la caminata y el primer obstáculo que nos encontramos es un río que no es posible cruzar sin mojarse. Así que optamos por quitarnos las zapatillas ya que empezar con los pies empapados no es alentador. Petit Jean nos va avisando y señalando huellas y excrementos de animales, al principio pensamos que está un poco preparado, pero a medida que avanzamos vemos huellas de elefantes y de otros animales por todas partes. De vez en cuando, dejamos a un lado el sendero y nos adentramos en la selva y Petit Jean hace la llamada: un ruido que imita a un antílope herido, con lo cual pueden venir otros antílopes a ayudarlo o que se acerque una pantera a comérselo, son momentos de tensión y de vez en cuando nos parece ver que algo se mueve dentro de la selva, aunque no lo logramos ver con claridad, tenemos la sensación de algún animal se acerca.
Jaime adentrándose en la brousse

 

Después de cruzar unos cuantos ríos y 45 minutos de selva llegamos a la cabaña de Petite Savane, donde vamos a pasar la noche. Cuando llegamos, el otro grupo está terminando de comer y rápidamente prosiguen su camino hasta Djangui.

Ana, tomando fuerzas en Petite Savane (menuda bola)
Plataforma de Petite Savane donde pasamos la primera noche

Nosotros, después de comer, damos un paseo con el guía por la zona para ver si conseguimos ver algún animal. No paramos de escuchar a monos y localizamos a una pareja de colobos, luego conseguimos ver bastantes más.

Uno de los muchos ríos cerca de Petite Savane
Mono Colobo, con su cola blanca
Jaime contemplativo

Cuando volvemos a la plataforma uno de los porteadores nos dice que mientras estábamos fuera ha pasado un grupo de búfalos. Por suerte vuelven a venir y podemos ver a los primeros grandes animales de esta selva, mientras seguimos esperando en silencio la llegada del gorila, pero se hace de noche y no aparece, así que nos quedamos un poco decepcionados. Tendremos otra oportunidad durante las primeras horas de la mañana del día siguiente, antes de salir para Djangui. 

¡Allí, allí está el búfalo! ¿No lo ves?
Uno de los búfalos que vimos desde la plataforma

Petit Jean y los porteadores son los encargados de prepararnos la cena. Encienden un fuego en un campamento alejado de la plataforma para no espantar a los animales y nos hacen el menú que traemos: arroz, judías verdes y carne humana (magro de cerdo).

Una cena bien merecida

La plataforma tiene dos habitaciones, en cada una pondremos una tienda de campaña donde pasaremos la noche. A pesar de los ruidos que nos acompañan desde que llegamos a  Mambele, dormimos del tirón desde que acabamos de cenar hasta las 4:30 de la madrugada que es cuando nos suena la alarma para intentar ver algún animal aprovechando el silencio. Pero abrimos un ojo y hay una espesa niebla que no nos permite ver nada, así que decidimos levantarnos un poco más tarde.

Gorilas en la niebla

1 comentario:

  1. Un video digno de National Geographic! ;-) Un besazo. Tengo la melancólica sensación de echaros de menos...

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