Jueves 8 de diciembre: Djangui
Nos despertamos todavía de noche
esperando poder ver más animales y aunque no logramos ver ninguno, disfrutamos de un precioso amanecer entre la niebla. Desayunamos y nos preparamos para emprender la marcha hacia Djangui, la segunda plataforma en el Parque de la Lobeke. Como sopresa nocturna hemos tenido la visita de un ratoncillo que
se ha comido parte del pañuelo de Irene que lleva Raquel y un bolso de Vanessa.
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Amanecer en Petite Savane - Parque de la Lobeke |
Al poco de comenzar la caminata por la selva, vemos unos
excrementos muy frescos de gorila y nos ponemos todos alerta por si nos
sorprende en el camino. De pronto,
Petit Jean, nuestro guía,
se detiene al escuchar unos ruidos
procedentes de un lateral del sendero. Cuando nos queremos dar cuenta, se ha adentrado en la selva a buscar
el origen de los ruidos dejándonos solos. Después de unos largos segundos vuelve y nos advierte de que no es un gorila, sino un elefante...
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Caminata por la selva: de Petit Savane a Djangui |
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Un alto en el camino |
Continuamos nuestra
marcha muy callados escuchando los sonidos de la selva. De nuevo el
guía se para y nos dice las palabras mágicas: "
l'éléphant,
l'éléphant". Al principio no
logramos ver nada, pero de repente entre las ramas distinguimos la cabeza de un
elefante. Nos ponemos como locos a hacer fotos sin darnos cuenta del
peligro
real que corremos. Es una hembra con crías por lo que la cosa se
complica y los dos porteadores sueltan las bolsas y el machete y
echan a correr. Nosotros, al ver la situación, hacemos lo mismo a toda velocidad apartando lianas y ramas, muchas de ellas con la cara y las manos, que nos
dejarán heridas. Poco después nos paramos, pues no ha
comenzado ninguna estampida de elefantes. De todas formas,
Petit Jean nos dice que nos resguardemos
en las raíces de un árbol gigante por si acaso vienen en esa dirección. Él y los
porteadores vuelven a por todas las cosas que han dejado abandonadas en la huída.
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Con tanta vegetación es difícil distinguir al elefante |
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SIn embargo él nos tiene en el punto de mira |
¡Qué miedo pasamos!
Aún con el susto en el
cuerpo, oímos ruido por el camino, nos giramos y por suerte no hay ningún animal salvaje, sino el otro grupo que vuelve de Djangui. Con la excitación del momento, intercambiamos
las experiencias del día y comemos todos juntos. Y una vez
que nos reponemos del sobresalto, continuamos la marcha hasta Djangui.
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Reencuentro de todo el equipo en el parque de la Lobeke |
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Cruzando uno de los muchos ríos de la selva |
Después de más de dos
horas desde que salimos de Petite Savane llegamos a
Djangui, donde la plataforma es
mucho más baja y el entorno muy diferente. Tenemos delante de nosotros dos claros muy grandes
en los que nada más llegar vemos un gran grupo de
búfalos.
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La plataforma de Djangui, desde donde veremos los animales |
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Los animales acostumbran a venir a comer y a beber a estos claros |
A medida que va
cayendo el sol va aumentando el número de aves. Incluso, de vez en cuando se levantan grandes
bandadas de pájaros haciendo mucho ruido, aunque no se puede equiparar al característico sonido de los ibis. Con el atardecer se reactivan todos los
pájaros
y van de árbol en árbol llenando el cielo de la selva camerunesa. Se mezclan
palomas, ibis, garzas, una especie de tucán y alguna que otra águila. Todo un
espectáculo que sin duda Raquel es la que más disfruta.
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Espectáculo de pájaros |
Cuando todavía no ha
anochecido, ya nos han preparado nuestra cena de hoy: pasta con tomate y atún.
Acabamos rápido y nos disponemos a dormir después de hacer el planning del día siguiente. Hemos quedado con Patrice, el conductor, en el puente roto sobre las 11 de la mañana, por lo que
tenemos que madrugar para llegar a tiempo.
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Cenando en Djangui |
Esa noche, una vez que nos metemos a dormir en la
tienda que hemos montado en la plataforma, oímos los gruñidos de los gorilas. No sé a qué distancia pero
asustan bastante.
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