En cualquier acto camerunés que se precie tiene que haber un fotógrafo. Vienen con sus cámaras réflex analógicas colgadas del cuello y se dedican a hacer fotos a todos los invitados. A la salida del evento, buscan tu cara entre todas las fotos ya impresas y casi te obligan a comprarla. A los cameruneses les encanta llevarse una foto de recuerdo posando con el embajador, artista, ministro o blanco de turno (y a nosotros también).
posando |
montaje de la exposición del fotógrafo Justo García |
durante el taller de fotografía en el Centro Cultural Español (CCE) |
entrega de diplomas del taller de fotografía |
Otros fotógrafos clásicos de la ciudad son los del "fotomatón". La zona de las embajadas está repleta de carteles que anuncian Photographie numérique. Estos fotomatones rudimentarios consisten en una sábana colgada en un muro que sirve de fondo y en un señor con una cámara digital que tiene que acercarse mucho para conseguir una foto solo de tu cara. El último elemento del fotomatón es una pequeña impresora enchufada a alguna toma de electricidad misteriosa en mitad de la calle. En tres minutos tienes tu foto en el formato exigido para pedir el visado o renovar el pasaporte.
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